jueves, 24 de mayo de 2012


OBAMA, HOLLANDE,

LA CUMBRE DE CHICAGO Y LA UE

El entendimiento de Obama con Hollande en la cumbre de Chicago, aporta una dosis de optimismo para el futuro. Hollande ha mantenido su previsión de retirada de las tropas francesas de Afganistán para finales de este año, sin que ello haya impedido su coincidencia expresa con Obama en reivindicar una estrategia de crecimiento, apoyada en la política, sin la cual el exigente esfuerzo por la estabilidad realizado hasta ahora, resultaría baldío.

Que nadie se engañe. El cambio no va a ser fácil, ni tampoco rápido. Se enfrentan a unas concepciones de la derecha, que anteponen su poder a cualquier otra consideración; o bien la prusiana, que considera que la defensa de los intereses de Alemania pasa por su dominio económico y político de Europa, imposible si sus bancos están lastrados por deudores con dificultades de pago; o la de unos mercados dirigidos por algunos grandes poderes financieros, que han reaccionado a la evidencia del fracaso de su discurso, manifestado por la crisis, contraatacando para dominar de forma definitiva a la política, derrotar a la democracia, para poder seguir haciendo cada vez más negocio a costa del empobrecimiento de la mayoría.

Es una partida de ajedrez que se juega en Europa, con el riesgo para el capitalismo de que, si el crecimiento del consumo en los países emergentes no compensa la caída que se produzca en los hasta ahora desarrollados, el poder del dinero se habrá concentrado como nunca en la historia, pero la economía se parará también como nunca en la historia. No son de extrañar, por tanto, las caídas de los mercados de valores, las primas de riesgo de los países más débiles y la cotización del euro, en vísperas de la cumbre de la UE. Reflejan tanto la incertidumbre de la mayoría con relación al futuro, como los avisos con que una parte de los más poderosos económicamente advierten que no están dispuestos a aceptar sin pelea una recomposición de la política al servicio de la mayoría.

Por eso la partida va a ser larga. Pero que la encabecen los Presidentes de EE.UU. y Francia, significa que todavía quedan piezas con que poder jugar.

La victoria de Hollande es importante, pero en una Europa de 27 países y una zona Euro de 17, sin el liderazgo compartido con Alemania, mover esa mastodóntica y compleja maquinaria es imposible. Merkel tiene que hacer movimientos, tanto por el cambio en Francia como por la perspectiva del resultado  electoral del próximo año en Alemania, pero serán movimientos medidos y limitados, que cambien algo para frenar el cambio. Sólo una victoria del SPD y la izquierda en ese país, permitirá abordar modificaciones más profundas. Por eso es un paso, aún más significativo, el trabajo conjunto de los partidos socialistas europeos para elaborar propuestas comunes para la reforma de Europa, porque en ese contexto una victoria de los socialdemócratas en Alemania, posibilitaría su consenso, desde el gobierno, con los socialistas franceses.

Paradójicamente Hollande está haciendo por el futuro del capitalismo mucho más que una Angela Merkel, cuya obsesión por la estabilidad y el cobro de las deudas por los bancos alemanes, podría llevar al desastre, impagos incluidos, a la mitad de los países de la zona euro y a la propia moneda, cuyos efectos catastróficos en Europa y su correspondiente contagio a otras áreas del mundo, supondría una crisis económica y política de impredecibles consecuencias.

Lo difícil no es pensar qué hacer, lo verdaderamente difícil es hacerlo. Es insólito que cuando Alemania apenas paga intereses por su deuda, haya países que pagan tipos de dos dígitos; por eso, avanzar en la emisión de eurobonos sería una garantía de igualación de tipos para todos, sin un coste excesivo para los más poderosos.

De la misma forma es comprensible que los que tienen que asumir ese coste, pidan objetivos de estabilidad fiscal posibles, que pasan no sólo por recortes de gasto, sino también por equiparación de impuestos con criterios de justicia distributiva, porque no es comprensible que, en esta situación, el esfuerzo fiscal de los ciudadanos alemanes o franceses, sea más de 10 puntos superior al de los españoles.

Es obvio que estos cambios, en que hay que poner de acuerdo a muchos países, lleven tiempo, aunque cuanto más tarde se asuman, más tiempo y más riesgos conllevarán. Efectivamente hay medidas con efectos más inmediato, como actuaciones de política monetaria desde el BCE, cuyo riesgo de inflación para Alemania o Francia son menores en estas circunstancias.

Un impacto inflacionista de un par de puntos en los países que mejor van, o la pérdida moderada de valor del euro que provocaría, podría incrementar los salarios y la capacidad de consumo en Alemania, devaluaría en la práctica los salarios de los países del Sur, pero facilitaría la disposición de financiación frenando los ataques a la deuda.

Rajoy tiene razón en situar en primer lugar la reivindicación de que el BCE siga facilitando liquidez para reducir los ataques especulativos contra las deudas de los países más débiles, que les sitúan en condiciones cada vez más dramáticas. No la tiene en contraponer esta posición a la defensa de los Bonos Europeos, porque sin mensajes claros sobre el futuro, sobre la capacidad real de recomponer la situación y de que todos los países puedan crecer y hacer frente a sus compromisos, los especuladores seguirán actuando sin riesgo y los acreedores pensarán que la política del BCE es pan para hoy y hambre para mañana.

Rajoy comete con Merkel el mismo error que Aznar cometió con Bush en la Guerra de Irak. Piensa que sometiéndose le harán más caso y le permitirán participar en la fiesta. La falta de resultados de la Cumbre de la UE, lo desmiente: los poderosos no se casan con nadie. Pero es la concepción del poder de la derecha española que, históricamente, ha sido implacable con los débiles y sumisa con los que "pueden" más que ellos, la que condiciona esta actuación.

Hace falta un proyecto de cambio profundo, de defensa de la democracia, que contemple, cada uno en su tiempo, el corto, el medio y el largo plazo, que es lo que Hollande y los socialistas europeos están proponiendo, a sabiendas de que no conseguirlo todo ahora, no impide que mañana se consiga más.

La partida en serio no ha hecho más que empezar y en ella se juega Europa. Las elecciones presidenciales de EE.UU. el próximo noviembre y las alemanas de 2013, serán decisivas.



Andrés Gómez

miércoles, 23 de mayo de 2012


"EL EJEMPLO DE ESPERANZA"

O como duplicar el déficit de la CM en mes y medio

No hace tanto tiempo que la Presidenta de la CM y su caballero Percival, alardeaban en todos los medios de comunicación de gobernar una Comunidad ejemplar en el cumplimiento de los objetivos de estabilidad y la que menos déficit había declarado en 2011.

Mes y medio después resulta que se habían olvidado de 2.100 millones de euros, "una nadería", y el 1,1% de porcentaje del PIB se convertía en el 2,2%, es decir el doble. Este record de ineficacia o falsedad, cada uno elija, ha venido acompañado de revisiones en la misma dirección en la Comunidad Valenciana, 8 décimas más en porcentaje de PIB, y Castilla y León, un cuarto de punto más. Todas ellas gobernadas por el PP.

Las trampas han emergido al presentar los planes de pago a proveedores de las comunidades, para solicitar ayudas del Gobierno, al constatar que las cantidades solicitadas no se correspondían con las contabilizadas.

Así el partido ultra centrista ha intentado echar agua al vino, utilizando el lenguaje pepero habitual. Lo que en Comunidades gobernadas por otros era "guardar facturas en los cajones", en estos casos son "ajustes", lo que en Andalucía, unas pocas decenas de millones de desviación, son cantidades intolerables, aquí no tienen importancia (Rajoy dixit).

Aún está reciente como tronaba Cospedal cuando llegó al gobierno de Castilla la Mancha y, más reciente aún, el caso de Asturias, en el que unas elecciones repetidas por culpa "compartida" del PP y de Cascos, no impiden que se amenace -tal vez ante la inminencia de un gobierno de izquierda- con intervenir esa Comunidad, por retrasar  la presentación del plan de ajuste, por el retraso en la formación de un gobierno, que es consecuencia del lio que ellos han montado.

Sin embargo para Rajoy y el PP, lo de Madrid no es importante, quizás porque afecta a su partido, pero sobre todo porque el "vigilante" de la ortodoxia, el segundo de Montoro, Antonio Beteta, el de los "cafelitos" de los funcionarios fue, hasta finales de 2011, el responsable de la "cosa" en el Gobierno de Aguirre.

Los errores se reconocen con humildad, las mentiras se tapan con otras mentiras. Impostura o irresponsabilidad, no acaba la cosa ahí. Doña Esperanza, que humilde precisamente no es, que siempre ha sido partidaria de que la mejor defensa es un buen ataque y que también con frecuencia se ha fugado hacia delante para que no se hable de lo de atrás, empezó contraatacando en lo de Bankia con una de sus perlas: ella "fue a la fusión con una pistola en el pecho"; aunque olvida que la pistola la empuñaban al alimón Mariano (Rajoy) y Rodrigo (Rato) partidarios de un banco afín al PP.

Puesta a ser imaginativa, a la par que irresponsable, la siguiente perla fue la de pedir que se suspenda la final de la Copa del Rey, si el público pita al Príncipe. Sabe que es una burrada, que no es posible, porque el efecto de ese hecho y el lio que provocaría, sería infinitamente mayor que el de la silbada, pero eso le da lo mismo, ella no tiene responsabilidad en esa decisión, la tiene Mariano, y sin embargo esas palabras serán bien recibidas, por su troupe de "ultranacionalistas españoles" y, sobre todo, desplazan la atención de su responsabilidad en el estúpido -más tarde o temprano habría salido- ocultamiento del déficit de la Comunidad de Madrid o en el deterioro de la situación de Bankia.

El panorama se completa, cuando en un ejercicio absoluto de cinismo, culpa al Gobierno de Rajoy -¿a su anterior Consejero Beteta?- de haber anticipado la cifra de 1,1% de déficit en la CM, porque era una cifra provisional, lo que no le impidió a ella sacar pecho durante días por los buenos, a la vez que falsos, resultados, como si fuesen definitivos.

Vamos como hermanos o como diría Mariano (Rajoy): ¡Joder que tropa!.

¿A alguien le extraña que con el panorama descrito, lo de la credibilidad y la confianza vaya sólo regular?



Andrés Gómez






viernes, 18 de mayo de 2012


BANKIA Y LA NUEVA REFORMA FINANCIERA DEL PP

La nacionalización de Bankia y la persistencia de las presiones de la UE para dar garantías de forma definitiva al sector financiero español, han puesto de nuevo a prueba la responsabilidad política del PP.

Cuando hace apenas dos meses presentaron su anterior reforma como la definitiva y la que iba a resolver los problemas, demostraron o un gran desconocimiento de la situación, lo que sería de por si grave o, simplemente, un intento de ganar tiempo para no tomar decisiones que podrían poner en evidencia sus contradicciones y mentiras preelectorales, lo que no sería menos grave.

Ante la evidencia del fracaso de su reforma de febrero, el PP ha optado por volver a hacer oposición a la oposición, culpando en exclusiva al Gobernador del Banco de España, tanto de la decisión de fusionar Cajamadrid, Bancaja y otras entidades, como de la situación general del sector.

Fue público y notorio el interés del PP en la operación. De hecho, Génova se implicó en el nombramiento de Rato como Presidente de la caja madrileña, frente al interés de Esperanza Aguirre de situar al frente de la entidad a su "escudero" González, en un anticipo de la "operación nacional" de crear una entidad bancaria cercana a su órbita política, lo que hace no tanto tiempo se confirmó con la negativa de Rato a aceptar estudiar la posible fusión de Bankia con la Caixa, bajo el argumento principal de su supuesta relación con CiU.

Es un dato también que de las entidades intervenidas y que mayores apoyos han recibido del Estado, del FROB, la mayoría -CAM, Nova Galicia, Bankia y Banco de Valencia- tenían consejos de administración y equipos directivos decididos en Comunidades gobernadas por el PP con mayoría absoluta y encabezados en muchos casos por anteriores dirigentes de ese partido. 

Es una obviedad que el Gobernador del Banco de España, como máximo responsable del órgano regulador ha autorizado estas operaciones; como lo es que se ha ocupado más en hacer apostolado de reformas laborales que, en su contenido, eran muy cercanas a las finalmente aprobadas por Rajoy, pero como señaló Emiliano Garcia Page, su papel era el de "policía", mal policía a la vista de los resultados, pero el "delito" es de los que promovieron las operaciones o cometieron los excesos, que están, sin duda, en la órbita del PP mayoritariamente.

El problema de esta actitud del PP, el que no asuma la parte muy importante de responsabilidad que le corresponde, es que resta credibilidad a sus actuaciones en una materia en que la confianza es fundamental. Los mercados o muchos de los que deciden en la UE, conocen también estos datos y difícilmente pueden confiar en el juego de anunciar soluciones definitivas cada día, que se sustituyen por otras más definitivas al día siguiente, por parte de un gobierno, que antepone sus intereses partidarios y la ocultación de las responsabilidades de su Partido, a la búsqueda de soluciones reales; si a esto se une la guerra sorda que se está dando en España por el control futuro del negocio bancario, la confianza no mejora.

Dejar caer una entidad como Bankia sería un desastre para millones de familias que le han confiado sus ahorros y causaría también un duro impacto en el conjunto del sistema, por eso la intervención es obligada pero, para que los perjuicios para la mayoría sean menores, es necesario un cambio profundo en su gestión, que sólo se puede garantizar haciendo efectiva una participación pública en la entidad.

Sobre la nacionalización no hay objeciones. El problema es que debe acompañarse de una capitalización suficiente y que solo se podrá hacer desde el sector público, lo que es incompatible con proyectos de privatización y mala venta en el futuro. Si se sanea la entidad con dinero de los contribuyentes y se limpia y endereza su gestión desde lo público, no habrá motivos para privatizarla y sí se hace será una evidencia de que los recortes en sanidad, educación e inversión pública, han ido más que a reducir el déficit a aumentar el negocio financiero privado.

Lo que vale para Bankia, vale para el resto de entidades intervenidas. Si la reforma financiera del PP, sirve para que las entidades se saneen con cargo a sus propios recursos que  lo hagan y pronto. Pero para el resto, habrá que situar, también pronto, los recursos necesarios para evitar su crack, con las nefastas repercusiones generales que tendría.

Pero hay que saber que como estos acabarán saliendo de los contribuyentes, la única contrapartida posible es la reconstrucción de una banca pública profesional, sana y ejemplar, capaz de competir con la privada, contrarrestar sus excesos, de empezar a dar utilidad y rendimiento al inmobiliario útil, hoy inmovilizado, y hacer fluir de nuevo el crédito de forma sensata.

La economía española está menos mal de lo que los mercados vaticinan, pero si aúnan esfuerzos con los que nos mandan y se empeñan en hundirla, lo  conseguirán. Algunos están jugando con fuego, porque el riesgo de no tomar las decisiones adecuadas o de utilizar el deterioro de la situación para cebar futuros negocios privados, es que se puede llevar todo por delante, incluidos esos negocios privados.



Andrés Gómez



                    



EL PROBLEMA SALARIAL EN ESPAÑA

Procuraré no abusar de los datos para no aburrir a los lectores. Pero, inevitablemente, algunos son importantes para entender lo sucedido.

De 2007 a 2011 el PIB español ha caído algo más de 2 puntos. En el mismo período el empleo cayó casi 10. Tomando los mismos años la participación de los salarios en la renta nacional bajó algo más de tres puntos, la misma proporción que crecieron los excedentes empresariales, y la productividad global del sistema mejoró un 6 %.

Según Eurostat, en 2011 el coste laboral hora de la zona euro, era un 34% superior al español, más del 60% en Francia, del 45% en Alemania y del 30% en Italia.

Estos primero datos nos muestran quienes, vía empleo y/o salarios, están soportando el mayor peso de la crisis, y que los salarios, al menos todos los salarios, no aparecen como el problema fundamental de la economía española.

Recientemente "El País de los negocios" daba a conocer las retribuciones de los administradores y ejecutivos de las grandes empresas del Ibex, que no sólo son escandalosos, sino que añaden información al verdadero problema salarial. Datos que se producen en 2011, cuando el boom económico se ha olvidado y el cuarto año de crisis se presenta con su mayor crudeza.

Una media para los ejecutivos mejor pagados cercana a 4 millones de euros anuales, con algunos superando 10 millones. Retribuciones medias también para altos directivos cercanas 800 mil euros y a 600 mil para los consejeros. Cantidades que multiplican por 100 o por 200 los sueldos de los empleados de esas empresas y por mucho más los de la mayoría de los trabajadores. Además, cuando la reforma laboral reduce las indemnizaciones por despido, en estos casos se mantienen los blindajes e indemnizaciones millonarias.

Es el colectivo reducido de los más grandes, pero el efecto emulación habrá llevado, más que probablemente, a que en los siguientes escalones de empresas exista correlación con estas cantidades.

Decía el profesor Galbraith que en las estructuras burocráticas, mayores en ocasiones en las corporaciones privadas que en el sector público, los generales quieren tener cuantos más coroneles, comandantes o capitanes mejor. Esto quiere decir que esa situación se proyecta en cadena, lógicamente con cantidades menores, a niveles inferiores, a los que se ha pedido a veces más fidelidad que profesionalidad.

Volviendo a los datos. La comparación entre los incrementos salariales pactados en convenios colectivos, según el registro del Ministerio de Empleo y el  índice de Coste Laboral Armonizado, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística, añade información.

Entre 2001 y 2007 el incremento medio anual pactado en convenio fue cuatro décimas inferior al de los salarios medios nominales y de 2008 a 2011, en la crisis, 3 décimas también inferior.

En primer lugar hay que señalar que, según los datos del  ministerio, sólo el 70% de los asalariados están cubiertos por convenios colectivos, una proporción que desciende en 2010 y 2011, como consecuencia de la crisis.

Ambos datos incluyen todos los conceptos salariales, lo que significa que los salarios han crecido en el período 4 puntos más de lo pactado en negociación colectiva. Como en las categoría más bajas, que ocupan a la mayoría de los asalariados, el incremento se atiene, en general, a lo pactado en convenios y, como además, casi un tercio, con los salarios más bajos, no está cubierto por la negociación, esos cuatro puntos se distribuyen entre una parte minoritaria de los asalariados en la que el impacto y la diferencia real es mucho mayor.

En los últimos veinte años, a pesar de los avances de la negociación colectiva, muchos empresarios y directivos -singularmente en las mayores empresas- han considerado los convenios un mal menor, y en la práctica, han procurado excluir de su aplicación cada vez a más trabajadores y más conceptos retributivos, con el resultado de incrementar los costes de las empresas.

Era una mezcla de compra de fidelidad absoluta a la empresa y  defensa corporativa de las propias ganancias, ya que sueldos más altos de la parte alta de los subordinados, justificaban otros mucho más altos para sus ejecutivos. Esa situación se acentuaba en aquellas grandes organizaciones, en que la connivencia de consejos y directivos, les permitía fijar sus propias retribuciones, al margen de la mayoría de sus propios accionistas o, en el caso de las Cajas de Ahorro, de sus impositores. En la mayoría de los casos estas retribuciones se vestían como pagos extraordinarios por resultados, aunque no se conoce ningún caso de devolución por resultados negativos posteriores y sí bastantes de enmascaramiento de cifras un año para llegar a los objetivos fijados para cobrar los bonos.

La crisis no ha modificado la tendencia. Se ha descargado la mayor parte del coste en la fuerza de trabajo, vía destrucción de empleo, se ha presionado para contener la negociación colectiva, se ha comenzado a recortar retribuciones extra y bonos en las líneas medias, se ha hecho una contrarreforma laboral ad hoc, pero apenas se han resentido las retribuciones más altas.

¿Por qué entonces la obsesión de la derecha política y empresarial con la negociación colectiva y los sindicatos?. Como hemos visto no responde a ninguna racionalidad económica y si al ejercicio del poder.

La crisis ha trastocado un modelo en el que, con vacas gordas, se podían mantener estos privilegios, a cambio de convenios colectivos decentes. Ahora a la resistencia lógica a perder salario y condiciones de trabajo por la mayoría de los trabajadores, se añade el agravio de mantener, y a veces ampliar, retribuciones escandalosas para unos pocos, con comportamientos nada morales.

En esta situación los sindicatos pasan de ser interlocutores a testigos incómodos, porque ineludiblemente reaccionan ante ella.

El problema salarial en España es este. Que no está tan claro que, con carácter general, esté en los costes de la mayoría, y que, con privilegios cada vez más difíciles de esconder, es difícil que la mayoría acepte sin protestar ser la única que pague.



Andrés Gómez

domingo, 6 de mayo de 2012


EL VERTIGINOSO CRECIMIENTO DEL DESEMPLEO

De la EPA al paro registrado

El escaso tiempo pasado entre la publicación de la EPA correspondiente al primer trimestre 2012 y el paro registrado por el INEM en abril, permite evaluar las reacciones en ambos casos y lo que tienen de coyuntural, para lo malo, que es mucho, y para lo bueno que, desgraciadamente, es muy poco, por no decir nada.

Lo cierto es que el seguimiento "cuantitofrénico" de las cifras (que cada mes o cada trimestre se quieran sacar sesudas conclusiones sobre ellas para reafirmar convicciones establecidas a priori), es inútil. Así, Esperanza Aguirre en Madrid puede elegir entre tirar de soberbia porque la EPA da un crecimiento de 16 mil empleos en este trimestre sobre el anterior o flagelarse porque en esta Comunidad el paro registrado en abril sube, cuando en el conjunto de España baja.

Que la realidad del mercado laboral español es pésima y tiende a peor es innegable -añadido que más del 50% de los jóvenes no tiene empleo- y que, para interpretarla, analizar tendencias y no datos puntuales es lo más sensato aunque no siempre lo más usual. Un primer problema es la existencia de dos cifras distintas, que se prestan a confusión, elaboradas por organismos distintos y con distintas metodologías: la EPA del Instituto Nacional de Estadística como encuesta y el paro registrado y los cotizantes a Seguridad Social, como datos de registros del Ministerio de Trabajo (ahora de Empleo) con diferencias notables en número, pero que históricamente no han mostrado diferencias de tendencia resaltables.

Si analizamos seriamente la EPA vemos que el número de parados en el primer trimestre de 2012 es de 729 mil más que en el mismo trimestre de 2011 y lo que es más significativo, que esa tendencia se ha acelerado en los últimos trimestres, ya que si comparamos los datos del segundo, tercer y cuarto trimestres de 2011 con los correspondientes de 2010, el crecimiento ha ido aumentando de 188 mil a 433 mil y 577 mil respectivamente.

La tendencia se confirma observando la evolución de la población ocupada, también según la EPA. Caídas del empleo de 174 mil en el segundo trimestre de 2011, que suben a 390 mil y 601 mil en el tercero y cuarto del mismo año y a 719 mil en el primero de 2012.

La cifras del Ministerio de Empleo muestran la misma tendencia. El paro que en mayo de 2011 había aumentado en 123 mil personas respecto al mismo mes de 2010, ha crecido ininterrumpidamente hasta abril de 2012, en que la diferencia con abril de 2011 alcanza los 475 mil. De la misma forma, el número de cotizantes a Seguridad Social que, en julio de 2011 cayó en 89 mil sobre julio de 2010, en abril de 2012 alcanzaba ya una caída en 12 meses de 559 mil.

Además, otra tendencia observable en los últimos trimestres a través de la EPA, es que se estabiliza o crece ligeramente el número de empresarios y ayuda familiar, en tanto la perdida de ocupación se concentra en los asalariados, lo que es un indicador de la sustitución de trabajo asalariado por trabajo por cuenta propia, como medio de subsistencia.

Más allá del oportunismo del PP que excusa cualquier responsabilidad suya culpando de todo a Zapatero -olvidando que gobierna la mayoría de Comunidades Autónomas y Municipios desde mayo del año pasado- lo que estas cifras demuestran es la espiral infernal a que llevan las políticas de estabilidad a ultranza y la ausencia de políticas de crecimiento que Zapatero inició a instancias de Merkel, pero que Rajoy está multiplicando hasta límites insoportables.

Y, aunque aún sea pronto para medir el impacto real de la reforma laboral del PP, las cifras muestran la falsedad de la creencia en las desregulaciones laborales para crear empleo. La comparación de los datos de 2010 y 2011 muestran que la situación ha empeorado a pesar de la reforma anterior; y los de abril de 2012, con la contrareforma del PP ya en vigor, acentúan la tendencia y, además, con un repunte del peso de los contratos temporales que si en marzo representaban el 90,8% del total en abril fueron del 91%, con la consiguiente bajada de los indefinidos del 9,2 al 9%.

Tiempo al tiempo: en el futuro sus consecuencias serán aún peores, por la destrucción de empleo público y la mayor facilidad para el despido, que bajarán la ocupación, ampliarán el desempleo y continuarán la sustitución de empleo indefinido por temporal.

Desgraciadamente, la continuidad y ampliación del ajuste, al ritmo acelerado de cada viernes que promete Rajoy, y la política de miedo del Gobierno deprimirán más la actividad y reducirán más empleo.

Andrés Gómez

sábado, 5 de mayo de 2012


LA DISCUSIÓN SOBRE LOS PEAJES

Un ejemplo de la estupidez y codicia del sistema

Corrían tiempos de Franco cuando se empezaron a construir autopistas en España. Entonces a nadie se le pasaba por la cabeza que estas infraestructuras fuesen gratuitas y se limitaban a aquellos territorios desarrollados, con alta densidad de tráfico y construidas, por supuesto, mediante concesión a grandes compañías relacionadas con las constructoras, con el consiguiente cobro de peaje.

Así, las grandes autopistas se construyeron en el País Vasco (desde Burgos) y Cataluña (desde Zaragoza y Valencia), con algún añadido como el Túnel de Guadarrama en Madrid, el tramo de Sevilla a Cádiz o la del Atlántico en Galicia -empezada con Franco y acabada en democracia- y la peculiaridad de un pequeño tramo gratuito en Madrid, en la carretera de Colmenar, cuyo objetivo no era tanto el tráfico de civiles, como el dar acceso fácil a la capital para los tanques de la Brigada Acorazada Brunete.

En los primeros años de democracia y, sobre todo, con los primeros gobiernos socialistas, este modelo varió, optándose por construir autovías sin peajes, en la idea de que servicios e infraestructuras públicas debían financiarse con impuestos y no con pagos directos, con la anomalía de que las dificultades económicas para rescatar las concesiones dejaron los peajes en todos los tramos, que además eran los más rentables, que los tenían.

Obviamente era una opción política, porque en la Europa a que nos dirigíamos coexistían los dos modelos, ejemplificados en el gratis alemán y el de pago francés, pero entonces a nadie le inquietaba, porque en las nuevas carreteras el tráfico no era tan extenso como fue después y a las constructoras les atraía más el negocio de la construcción que el riesgo de los peajes.

A principios de los noventa del siglo pasado, siendo Ministro de Obras Públicas el socialista Josep Borrell, finalizaba el período de concesión de las autopistas catalanas y se planteó seriamente la recuperación de la concesión, que finalmente no se hizo, por presiones de las concesionarias, ejercidas a través de la Generalitat, entonces presidida por Jordi Pujol, a cambio de construir carriles adicionales desde Barcelona hasta la frontera francesa.

En este caso, obviamente, el cobro era mejor negocio que la construcción. El incremento del número de vehículos y del tráfico empezaba a hacer atractivos los peajes, con la dificultad de que, en esos años, se había construido una red de autovías gratuitas muy potente, que no era fácil de privatizar tanto por la posible contestación social, como, en algunos casos, por la baja rentabilidad.

Y en esto llegó el PP: Rafael Arias Salgado y Álvarez Cascos fueron ministros del ramo y pergeñaron una nueva ola de autopistas de peaje, las radiales -R- construidas todas en torno a Madrid. De nuevo la idea era sacar rendimiento económico al alto flujo de vehículos que se mueve desde y en el entorno de la capital.

Menos importante económicamente, pero no menos políticamente por la influencia en otras comunidades, es la construcción en la Comunidad de Madrid en el último decenio de autovías como la M 45 o la M 501, aparentemente gratuitas, pero con peaje en la sombra, es decir que se paga a las concesionarias, en función de uso, por todos los madrileños desde los presupuestos regionales.

No es ocioso recordar la historia, justo en el momento en que  coinciden en el tiempo, la protesta en Cataluña de sectores que han sacado a colación el agravio comparativo del pago de peajes en unos lugares y la gratuidad en otros, con la ofensiva ideológica del PP para introducir el pago de peajes en todas las autovías, porque nos recuerda que las derechas, CiU en Cataluña y PP en España, son las que mayor entusiasmo han mostrado, con crisis o sin ella, por los peajes y el negocio que pueden representar.

El problema es que ahora esa política no sólo es impopular, sino que pone en evidencia que los que nos mandan son menos listos y eficientes que lo que nos quieren hacer creer. Porque bajo el argumento demagógico de que no es justo que todos paguemos por unas carreteras que usan sólo los automovilistas -lo que ha sucedido hasta ahora sin problemas- se esconde otro problema más real como es la situación, salvo excepciones, ruinosa de unas autopistas Radiales que no tienen el tráfico previsto o unos costes de peajes en sombra con los mismos problemas, que ha llevado a presiones de las concesionarias para resarcirse de esa situación u obtener rescates de las concesiones en condiciones ventajosas.

Pero fueron ellos los que decidieron afrontar obras cuyo uso está demostrando que eran menos necesarias de lo que decían y, una vez más, pretenden que sean los ciudadanos los que carguen con las consecuencias, en forma de pago, de sus decisiones. Es de nuevo una combinación equilibrada de que muchas obras no han respondido al interés general, sino al de los que las hacían, es decir de la estupidez e ineficacia de los que decidían y de la codicia de los que las hacían.

Es obvio que la opción de peajes, de haberse generalizado en su momento, hubiese dejado a territorios con menores niveles de población y tráfico con peores infraestructuras viarias. Pese a ello, el problema no es la opción de pago o no pago, si se tratase de una decisión política, adoptada en otro momento, dentro de un modelo general y que afectase por igual a todos.

El problema es utilizar, una vez más, la crisis para justificar un cambio diseñado sólo al servicio de negocios privados, que no supondrá ningún ahorro sino simplemente cambiar dinero de manos de los usuarios a los de las empresas concesionarias, tanto actuales como las que se podrían generar para gestionar los nuevos cobros, cuya gestión la derecha  prevé, obviamente, privada.


 
Andrés Gómez