sábado, 21 de julio de 2012


¿IRRESPONSABLES O EMBUSTEROS?

En su reciente artículo en el diario "El País", titulado "Ay qué pena, hacen lo que no les gusta", Xavier Vidal Folch, identifica como "carencia de criterio, manifestación de disgusto, reconocimiento de impotencia y fe utilitaria" los cuatro componentes fundamentales del discurso de Rajoy y el Gobierno.
Se refiere a que, a pesar de su programa electoral, ahora reconocen los condicionantes de la situación que antes negaban, a que su referencia permanente a que no hay otro remedio es la negación de la política, a que, conscientes del daño de sus decisiones, las adornan con hipócritas expresiones de disgusto por tener que tomarlas, para pasar a un final que no se basa en ninguna construcción racional, es decir es una expresión de fe, en que somos un gran país y saldremos de ésta. Tiene razón.

Pero se puede ir más allá de estos elementos, que como los mandamientos se resumen en dos: irresponsabilidad y cinismo manifiestos.

Al inicio de su llegada al Gobierno, Rajoy, en su discurso de investidura, hacía un planteamiento que, aunque poco claro, nada tenía que ver con lo hecho posteriormente. A partir de ahí, la narración de las dificultades se comenzó a imputar íntegramente al Gobierno anterior y, en la medida en que las dificultades aumentaban, las imputaciones se hicieron más agresivas.

Poco importaba que la totalidad de la desviación del déficit se concentrase en las Comunidades Autónomas, mayoritariamente gobernadas por el PP. La culpa la tenía Zapatero y los facinerosos presidentes socialistas que habían "guardado facturas en los cajones". Nada se decía de la Comunidad Valenciana y se ponía como ejemplo a Esperanza Aguirre, que después mostró ser la mayor ocultadora de facturas y que, en un mes, añadió, casi mil quinientos millones de euros al déficit de la CM en 2011.
Después de sus más que discutibles decisiones sobre el sector financiero, con la desconfianza creciente de los mercados, la subida exponencial de la prima de riesgo incrementó los tipos de interés de las emisiones de deuda y con ellos las previsiones de costes financieros del Estado.

A partir de ahí, el argumento se dividió y a la culpa de Zapatero se unió la "compleja situación internacional" y la falta de Europa. Cualquier cosa con tal de  no reconocer la propia responsabilidad.
Es difícil creer que un partido con las relaciones internacionales y el poder autonómico y municipal que tenía el PP antes de las elecciones generales, ignorase la complejidad de la situación europea o las cuentas reales de las entidades autonómicas o locales que gobernaba mayoritariamente. Si lo conocían son mentirosos y si no bastante lerdos. Por eso su referencia continua a la herencia recibida suena cada vez más excusas de mal pagador.

No puede negar su responsabilidad en la situación de Bankia, que ha sido el detonante del endurecimiento de la actual situación financiera. Como tampoco los errores de Rajoy alardeando de sus "presiones y éxitos" en la UE, o las continuas idas y venidas de mensajes contradictorios, o la ocultación al Parlamento de información que se daba a los inversores extranjeros o a las embajadas de otros países. Por no hablar de la negación permanente de un rescate y unas condiciones de la UE que se cumplen religiosamente y la defensa de la bondad de una política, cuyos resultados se aplazan "ad calendas grecas".
La última la brillante idea, la del Ministro Montoro diciendo en sede parlamentaria que "no había dinero ni para pagar a los funcionarios", aparte de no ser exacta, tiene consecuencias. ¿A alguien le extraña que después de semejante perla, se dispare la prima de riesgo?.

Pero todo forma parte de lo mismo. De una interpretación sectaria de la política, incapaz de reconocer errores y que busca siempre la explicación en culpar sistemáticamente a otros. De la parte de responsabilidad del Gobierno anterior y de los efectos devastadores de la crisis y la falta de actuación coherente de la UE, mucha gente está al cabo de la calle. Y lo estaba antes de diciembre de 2011. Pero el PP vendió entonces que sólo con su victoria electoral se recuperaría la confianza.
Al contrario, la continuación del embuste como norma y la negación de cualquier responsabilidad de sus decisiones en el agravamiento de la situación, ha llevado a una sensación de irresponsabilidad, dentro y fuera de España, que ha disparado la desconfianza.

Las manifestaciones de disgusto por las medidas adoptadas, el recurso a que no hay otro remedio o las manifestaciones de fe ciega en el futuro no parecen convencer a nadie. Ni a los damnificados por unas medidas que lo manifiestan con claridad en la calle, ni a unos mercados que desconfían de la efectividad de esas medidas.
Ni la irresponsabilidad ni el embuste servirán para solucionar el embrollo en que nos están metiendo. Y lo peor es que no dan síntomas de querer corregir su actitud.

              SALUDOS A TODOS LOS LECTORES             
                     VOLVERÉ EN SEPTIEMBRE



Andres Gómez



LA DERECHA ECONÓMICA QUIERE MÁS

Ya lo anticipó el Presidente de la CEOE Joan Rosell: la derecha económica y la ultraderecha conservadora quieren más ajuste todavía. En el imaginario ideológico de la derecha económica la reducción a la mínima expresión de lo público es el norte, para la ultraderecha conservadora lo es la destrucción del Estado de las Autonomías; el denominador común, seguir despidiendo empleados públicos y recortando y privatizando servicios.
Adicionalmente, se trata de trasladar la idea de que los sectores económicos van a pagar un coste excesivo por el ajuste. Que se suben mucho todos los impuestos, lo que puede impactar en la actividad. En el fondo se trata de seguir criminalizando todo lo público y mantener en el ideario colectivo la demonización de los impuestos.

Así en los últimos días y tras la publicación del conjunto de medidas en el Boletín Oficial del Estado, se han multiplicado las opiniones de blogueros y tertulianos que, o culpan a las Comunidades Autónomas de los males que padecemos, o cargan las tintas sobre las supuestas subidas de impuestos a las empresas o los profesionales liberales y minimizan el impacto, más real, de la bajada de cotizaciones a la Seguridad Social.
Los sectores de la derecha más populista, condescendientemente, mezclan en el mismo saco los recortes dirigidos a parados, empleados públicos y pensionistas con la subida del IVA, el IRPF o el Impuesto de Sociedades y concluyen, como si de verdad lo creyesen, que así nos hundiremos. Este tipo de generalizaciones, sin entrar en el contenido real de las medidas, facilita a Rajoy el argumento de que sin subir los impuestos y bajar gastos es imposible reducir el déficit.

Pero ambos argumentos son falsos, porque no se trata de no reducir gastos, ni dejar de subir impuestos, sino de cuáles y cuánto son los gastos que se recortan y cuáles y cuánto los impuestos que se suben. En definitiva, de quiénes serán los sectores sociales que soportarán unos y otros.
La subida del IVA es concreta y, con los datos publicados en el BOE, más alta que la inicialmente anunciada por la salida masiva de bienes y servicios hasta ahora gravados por el IVA reducido, que era del 8%, o del super reducido, que era del 4, hacia el tipo general que se sube al 21%.

La bajada de las cotizaciones sociales a los empresarios, también es concreta, dos puntos entre 2013 y 2014.
La mayoría de las medidas dirigidas a los impuestos de las empresas y las personas físicas no tienen el mismo contenido. En el caso del IRPF de los profesionales liberales, porque no se trata de una subida del tipo del impuesto y sí de la retención del 15 al 21% hasta 2013 y reducida al 19% a partir de 2014. En el impuesto de Sociedades, porque al margen de reducciones de menor cuantía en bonificaciones por algunos conceptos, porque también se trata no de subida de tipos del impuesto, sino de un incremento de los pagos fraccionados a cuenta.

Es decir, se trata de incrementos de retenciones que se corrigen cuando se hace la liquidación definitiva del impuesto. De esta manera se podría argumentar que en una situación de sequía de crédito como la actual, se pueden añadir tensiones de liquidez a empresas y profesionales, o que, en caso de tener que recurrir a crédito, les carga el coste de los intereses, pero en ningún caso se les suben los impuestos.
Por el contrario la bajada salarial de los funcionarios o de las prestaciones por desempleo, o la subida brutal del IVA, la reducción de gasto en servicios públicos, incluida la dotación para la Ley de Dependencias, que representan más del 95 % del coste anualizado de los recortes, según los datos facilitados por el Gobierno a los inversores extranjeros, sí son costes concretos para millones de ciudadanos. Costes que se añaden a medidas ya adoptadas con anterioridad y que han perjudicado, casi siempre, a los mismos.

Por lo que se refiere al Estado de las Autonomías es verdad que se han cometido excesos y caciquismos que hay que corregir, como lo es que existen duplicidades y a veces triplicidades de funciones, con diputaciones y ayuntamientos, que hay que simplificar, pero lejos de ello la presión se ejerce sobre el gasto social -educación, sanidad o servicios sociales- que mayoritariamente gestionan estos entes.
La reducción de un 30% del número de concejales es más un guiño hacia el hartazgo ciudadano de la política, más un intento oportunista de aprovechar este hartazgo para mejorar la relación de fuerzas a favor del PP, que un ahorro real, ya que la mayoría de los concejales de los pueblos de menos de diez mil habitantes, que son el número mayor, no cobran nada.

La eliminación de las diputaciones provinciales, la fusión de ayuntamientos o la reducción drástica de los cargos de confianza en todos los ámbitos, si que supondría una reducción importante de coste, pero eso no se aborda. Como tampoco se habla de la necesidad de desarrollar el modelo autonómico hacia uno federal, que garantice la igualdad de derechos en todo el territorio español o acabe con la carrera para competir en bajadas de impuestos en las diferentes comunidades.
El problema es que Rajoy ha puesto en evidencia su debilidad. Los mercados han puesto en evidencia su insaciabilidad y que dan más valor a la devaluación de la economía española para comprar barato. Que Europa reacciona tarde y mal.  

Y, en este contexto, la derecha económica y la ultraderecha españolas consideran que es un buen momento para seguir presionando, y aprovechar la debilidad del Gobierno, para conseguir sus "programas máximos". Piden más reducción de gasto y no dicen nada de lo que ya se ha reducido en todas las Administraciones Públicas desde 2010 y que ha afectado, sobre todo, a las capas medias trabajadoras y a los parados.
O no saben lo que hacen o son unos completos desalmados. Con la situación existente en Cataluña y el País Vasco, multiplicada con la crisis, poner en cuestión las Autonomías es apagar el incendio con gasolina. Con el desempleo creciendo y la economía cayendo, más presión sobre los débiles para acrecentar las posiciones de privilegio de algunos sujetos y algunas empresas, haría que a algunos les estallase la crisis social y económica en la cara.

A otros no, porque estos "patriotas" son los que están sacando el dinero a espuertas del país.

  

Andrés Gómez



LA CRIMINALIZACIÓN DE LA POLÍTICA

Para que haya corruptos tiene que haber corruptores. Pero de los segundos casi nunca se habla.
La crisis financiera ha puesto en evidencia el obsceno nivel de intervención de los poderes económicos en la política. Y la creciente desregulación bancaria impulsada por algunos dueños del dinero, a través del mundo de la política sí, pero también del académico o de los medios de comunicación, les ha permitido moverse sin trabas y con impunidad para acumular cada vez más dinero y más poder a costa de los ciudadanos medios.

Las informaciones dadas a conocer después de la quiebra de Lehman Brothers pusieron en evidencia la inmoralidad de una gestión que no se limitaba solo a esa entidad. Ahora, tras la imputación a directivos de Barclays por la actuación criminal en las prácticas de acordar  fraudulentamente los tipos de interés LIBOR para obtener ingentes beneficios, se da a conocer la colaboración de la entidad británica HSBC en actuaciones delictivas, en blanqueo con cárteles de la droga o tráfico de armas y con personalidades relacionadas con Al Qaeda. No son casos aislados ni los únicos implicados.
La culpa de los políticos se generaliza, la de los banqueros, los académicos o los medios de comunicación no. Lo segundo es normal, porque no todos los banqueros, periodistas o académicos han participado de esas prácticas; lo primero no lo es porque no todos los políticos son culpables.

La diferencia es que mientras en el caso de la política coinciden los damnificados por la crisis, que reaccionan con rabia a la falta de soluciones a sus problemas contra sus causantes, en los otros casos funcionan las influencias y se ataca a los políticos para debilitarlos aún más, hacerlos más dóciles a sus intereses, y se salva a los otros sectores, bajo el argumento de la "sacrosanta" actividad privada, que se defiende cuando interesa y se ignora cuándo no interesa.
El cabreo de los débiles tiene su lógica -es innegable que muchas de las barbaridades cometidas desde la política han contribuido al deterioro de su imagen- aunque son los más interesados en que la política funcione, porque es un factor que les defiende de los poderosos. Por eso deberían diferenciar la mala de la buena política, los malos de los buenos políticos, porque de lo contrario reforzarán a aquellos que la critican solo para seguirla desgastando y aumentar su ya inmenso poder.

Un sector importante del PP, que vive de la política y la utiliza, lanza permanentes mensajes contra ella. Es como si hiciesen suya aquella sentencia de Franco que recomendaba a sus ministros "que no se metiesen en política". Lo dicho para el mundo de la política vale para los sindicatos y para todas las actividades de servicio público, que forman parte de lo colectivo, de la política. Desgraciadamente , este sector ya ha contaminado el discurso del PP y la actuación del Gobierno de Rajoy, para formar parte de la ofensiva conservadora, para controlar más la política, que nadie les pida cuentas por sus responsabilidades y ser más amos que nunca.
A eso responden sus ataques indiscriminados a los sindicatos. A ellos no les preocupan ni los liberados ni las subvenciones, que han mantenido e incluso promovido desde hace tiempo. Les preocupa que existan organizaciones que no comulguen con sus ideas y puedan encabezar, ahora y en el futuro, una batalla por la recuperación de la política democrática.

Es evidente que la falta de firmeza del primer partido de la oposición, sus dudas y a veces dobles mensajes, así como su escasa permeabilidad a los cambios, no contribuyen a la regeneración necesaria.
La exigencia a los políticos para que defiendan el interés general, para que sean ejemplares en sus actuaciones, para que respondan ante los ciudadanos de sus compromisos electorales y las denuncias a los que no lo hagan así son imprescindibles.

Pero también lo es que no se contribuya a un discurso indiscriminado contra los políticos ni se descalifique a la política. A pesar de sus limitaciones y dificultades, vivimos en una sociedad democrática y en ella, si no defendemos y ejercemos nuestros derechos podemos perderlos.
El de elegir nuestros representantes es de los más importantes y si no lo ejercemos o le quitamos valor, legitimaremos a los que lo usan instrumentalmente sin creer en él, o les daremos argumentos para restar valor a la movilización social bajo el argumento de que tienen muchos votos.

Sin gobiernos elegidos con los votos no hay democracia. Sin derecho a contestar y movilizarse contra las decisiones injustas de los gobernantes tampoco. Ambas cosas forman parte de la política democrática y ambas son las que incomodan a los que quieren tomar las decisiones sin interferencias de ningún tipo para ejercer su poder.

Frente a la criminalización de la política hay que dar una profunda batalla ideológica por su regeneración. Eso implica participar en los ámbitos existentes o crear otros nuevos. Si la movilización no tiene cauce para obtener resultados pierde eficacia. Si la gente se aleja de la política los únicos beneficiados son los que no creen en la democracia, porque prefieren ser ellos, sin ningún control, los que decidan.

                                                                      
Andrés Gómez


sábado, 14 de julio de 2012


Frente al expolio a los ciudadanos

SI HAY OTRO REMEDIO

(Publicado en CuartoPoder - 14 de julio de 2012)

No son obligaciones, son recomendaciones según Rajoy, pero se han cumplido e incluso excedido las condiciones impuestas por Merkel y la Comisión Europea para el rescate de la banca. Formalmente no hay rescate de España, pero las condiciones son las mismas y sin la ventaja de financiar la deuda soberana con intereses más bajos. España seguirá sometida a los designios de unos mercados que no han acogido con excesivo entusiasmo las durísimas medidas anunciadas por el Presidente en el Congreso, y han respondido como si a la prima de riesgo y las bolsas les diese igual lo que opine Rajoy.
En España, el Presidente de la patronal CEOE reacciona diciendo que se "está en el buen camino, pero que se han bajado poco las cotizaciones a los empresarios y se ha subido mucho el IVA". ¿Le preocupa a este Señor el déficit?. Evidentemente no.
La reforma laboral masacró el derecho del trabajo en el sector privado y en el personal laboral de las administraciones públicas, impulsando una devaluación competitiva de los salarios sin que, por el  momento, haya tenido más impacto en el empleo que un mayor crecimiento del paro.

Ahora los empleados públicos, a los que ya se les habían reducido un 5% sus salarios, y en algunas Comunidades y Ayuntamientos más, perderán una paga extraordinaria y verán incrementada su jornada.
A los desempleados se les recortan unas prestaciones, no precisamente generosas, a partir del sexto mes de cobrarlas, se amenaza con endurecer las condiciones de su cobro y se anuncia la posibilidad de retirar la prolongación extraordinaria del subsidio de 425 euros.

Los pensionistas no se libran. Se guarda la formalidad de llevar los recortes al Pacto de Toledo pero se anuncian modificaciones a lo ya modificado por el Gobierno anterior, para acelerar la implantación del retraso de la edad de jubilación a los 67 años, ampliar a toda la vida laboral el cálculo de la pensión y endurecer las jubilaciones anticipadas, que ya sólo están previstas, prácticamente, para los parados de más edad. Pero habrá más, porque condicionan cualquier discusión con el anuncio de la bajada de dos puntos a las cotizaciones empresariales, que reducirá la recaudación y pondrá en peligro el equilibrio de las cuentas de la Seguridad Social.
No queda títere con cabeza. Y por si fuera poco se sube el IVA en más de dos puntos como promedio y se anuncian nuevos impuestos para los hidrocarburos y la electricidad. Este brutal tajo se añade a los recortes continuados a la educación, la sanidad y los servicios sociales y a las subidas desorbitadas de tasas y precios públicos de los servicios municipales y autonómicos.

Rajoy dice que "no hay otro remedio" y señala que la causa está en el "excesivo endeudamiento de los agentes económicos". No dice que más de unos que de otros, porque más de dos tercios de la deuda privada, que es la inmensa mayoría, corresponde a las promotoras inmobiliarias, las grandes empresas del Ibex 35 y, por tanto, de las entidades financieras que dieron voluntariamente crédito a estas actividades por los "ingentes beneficios" que, equivocadamente, preveían.
Lo que vamos a pagar la inmensa mayoría de los ciudadanos está claro y muchos lo pagarán con inmenso sufrimiento. Los responsables no pagarán nada, al contrario están recibiendo. Han recibido una amnistía fiscal que, encima, se están pasando "por debajo del arco del triunfo", y van a recibir una reducción de cotizaciones sociales con carácter general, tanto si tienen muchos beneficios como si no, tanto si invierten y crean empleo como si no. Y eso en un momento en que se da a conocer que los administradores de las empresas del Ibex incrementaron un 5% sus retribuciones el año pasado y los consejeros ejecutivos el 9%.

¿Que no hay más remedio?. ¡Claro que lo hay!. Dos ejemplos muy simples lo ilustran.
El Ministro Montoro fue el primero que anunció en la Escuela de Verano de la FAES la subida del IVA y su peregrino argumento fue que "si todo el mundo pagase este impuesto no habría que subirlo porque se recaudaría más del triple que los que representará la subida". Es decir que se carga sobre los que cumplen lo que se renuncia a perseguir a los que defraudan. Eso no es un mal inevitable, es una decisión política injusta.

Con la subida del IVA se prevé, que es mucho suponer, una recaudación adicional del entorno de siete mil millones de euros. Cada punto de bajada de cotizaciones sociales a los empresarios equivale a tres mil quinientos, o lo que es lo mismo, la bajada de dos puntos equivaldrá a la subida del IVA. En su último memorando sobre España, el FMI recomendaba que no se bajasen cotizaciones, en tanto el déficit público no bajase del 3% del PIB. La conclusión es obvia, la subida del IVA no es para reducir el déficit, sino para bajar las cotizaciones a los empresarios. Otra decisión política marcada por la ideología y no por la necesidad.

Son dos ejemplos, pero podría haber más. Un impuesto mejorado sobre el Patrimonio o las grandes fortunas, permitiría gravar a los que se han enriquecido sin freno durante los años de euforia y recaudar varios miles de millones de euros. El pago medio sobre los beneficios de las empresas tiene un tipo real que no llega al 10% (el 8% para las empresas más grandes). Una mejora de este impuesto que hiciese que se cumpliesen simplemente los tipos establecidos, duplicaría su recaudación.

El sufrimiento que se podría evitar con medidas como éstas, el crecimiento que se podría impulsar reduciendo al mismo tiempo el déficit, es cuantificable. Hay otro remedio pero no quieren aplicarlo, porque han decidido que no van a tocar los intereses de los más pudientes y que van a descargar todo el coste de esta crisis en la población modesta y trabajadora. Y eso no es un mal inevitable es, simplemente, ideología ultra conservadora y defensa de los intereses de los más fuertes, que además son los más responsables de esta situación.



Andrés Gómez




lunes, 9 de julio de 2012


EL CÓDICE CALIXTINO

¡Qué gran película hubiese hecho Luis García Berlanga con el robo del códice de la catedral de Santiago! ¡Qué continuación de la Escopeta o Patrimonio Nacional (nunca mejor dicho)!.

Ningún afamado ladrón de guante blanco, ningún grupo internacional de ladrones de obras de arte, ninguna mafia. Fue el electricista de la Catedral. La pareja de esperpento que habrían hecho el electricista y el obispo, el diálogo de ambos en el momento del despido, habría pasado a la antología de la comedia negra. Como el discurso del alcalde de "Bienvenido Mr. Marshall", la pareja de la guardia civil buscando al "Verdugo" o la cena de Navidad del pobre "Plácido".

Pero no ha sido cine, ha sido real. La detención del ladrón y la afortunada recuperación de la obra han puesto en evidencia la inseguridad en la conservación y la facilidad del expolio de obras de arte, de patrimonio histórico, propiedad de la Iglesia Católica.

La investigación ha dado a conocer que el electricista en cuestión disponía de un millón doscientos mil euros, trescientos mil dólares y el añadido final de una maleta con otros seiscientos mil euros, aparte de algunas propiedades adquiridas pendientes de investigar.

Las explicaciones son de traca. Desde el despecho del ladrón por su despido, hasta el robo de los cepillos de la catedral, limosnas y donaciones. Más de dos millones de euros hasta ahora localizados son muchas limosnas.

Escarbando un poco, la realidad muestra que este buen señor, sólo o en compañía, llevaba años robando y vendiendo objetos de la Catedral y que el futuro del códice, si no se le hubiese localizado afortunadamente a tiempo, habría sido el mismo.

La pregunta es cómo ha podido suceder esto durante años sin que nadie se haya enterado. No sólo qué seguridad (inseguridad) había sino también qué falta de control ha permitido este expolio sin ni siquiera enterarse. Y más importante, si esto ha sucedido en la emblemática Catedral de Santiago, en la mayor joya de la Corona, qué no estará sucediendo en otros casos. Sé que no se puede generalizar, pero tampoco caer en la ingenuidad de pensar en este caso como aislado.

Durante el franquismo la Iglesia y algunas autoridades locales vendieron patrimonio histórico a precios de saldo de forma masiva. Nadie decía nada y así claustros, pórticos, castillos, pinturas, esculturas o libros, salieron de España y hoy se pueden visitar en Estados Unidos u otros países. El caso del claustro románico palentino encontrado recientemente en una finca privada de Girona ejemplifica esa situación.

A la vuelta de la democracia nuevas leyes protegieron este patrimonio y se han cumplido razonablemente en los casos del patrimonio público. No fue así en el caso de la Iglesia.

Las memorias del ladrón internacional Erik el Belga, que todavía vive en la Costa del Sol, son ilustrativas al respecto. Cuando huyó, en 1975, de la cárcel alemana en que estaba, se refugió en España. Juzgado y absuelto en 1982, continuó su lucrativa actividad durante casi dos decenios. Confiesa en ellas no sólo lo fácil que resultaba robar en muchas iglesias españolas, sino también cómo muchas de sus actividades de tráfico las hacía legalmente, de acuerdo con obispos y párrocos.

El caso del Códice y la Catedral de Santiago desgraciadamente nos recuerda que el problema sigue vigente. Y no deja de ser indignante que en un momento de crisis profunda, cuando se están exigiendo esfuerzos sin freno a los ciudadanos, cuando se enaltecen las privatizaciones como forma de hacer dinero para reducir la deuda, nos enfrentemos a casos como éste de expolio y lenidad en la custodia de lo que es patrimonio de todos los españoles.

Descrito el panorama, la pregunta del millón es: ¿Y qué pinta Rajoy en la devolución del Códice a la Catedral, en lugar de dedicarse a gobernar y a dar la cara por sus decisiones políticas?. Porque en este caso, lo más sensato habría sido decidir que el Códice se depositase en un museo público seguro.



Andrés Gómez


domingo, 8 de julio de 2012


LOS RECORTES QUE VIENEN

Los mercados no dan tregua

Decían que el rescate venía sin condiciones, pero las noticias de estos días lo desmienten.
Después del optimismo desatado por las conclusiones de la Cumbre de Jefes de Gobierno de los países del Euro, se ha impuesto la cruda realidad. El Gobierno finlandés amenaza con salir de la moneda común si aprueban las medidas acordadas en Bruselas, sectores influyentes en Alemania rechazan lo que, a su juicio, sería que los ciudadanos alemanes pagasen el rescate de los bancos de otros países, el Primer Ministro Cameron anuncia que no es impensable que el Reino Unido salga de la UE, Merkel anuncia que el rescate de España no se aprobará en el próximo Consejo y distintos dirigentes de la Unión advierten que están esperando el nuevo programa de ajustes en España, hasta 2014, antes de decidir si se flexibiliza o no el cumplimiento del déficit.

Con este panorama, los dos días siguientes a que el Presidente del BCE, Mario Draghi, anunciase la bajada de tipos de interés al 0,75%, se vuelven a disparar las primas de riesgo de España e Italia y las Bolsas se deprimen.

La negativa de Rajoy a relacionar las nuevas medidas de ajuste con exigencias de la UE no convencen a nadie y los mercados, recelosos, intensifican su presión en esta dirección para que quede claro quién manda. Mientras tanto el Gobierno de España anuncia nuevas y duras medidas, sin especificar cuáles serán, y Rajoy continúa con su mantra particular de que "se va hacer lo que se tiene que hacer".

Previo al compromiso del rescate a España (la Banca), la Comisión Europea ya advirtió que, entre otras cuestiones, la subida del IVA, la bajada de las pensiones y el recorte del gasto en prestaciones por desempleo eran ineludibles. Y pese a que el Gobierno lo negase en ese momento, desde entonces distintos responsables gubernamentales se han centrado en preparar el terreno y dosificar filtraciones en esa dirección, con la inestimable colaboración del Presidente de la patronal y algunos medios de comunicación.
Las dudas están en si la subida del IVA será general o con subidas de los tipos reducido y superreducido. O si ambas cosas, una primero y otra después.
Sobre las pensiones se ha especulado con acelerar la implantación de la subida de la edad legal de jubilación, ya prevista en 67 años. O con ampliar el cálculo de la pensión a toda la vida laboral desde ahora mismo, en lugar de los 25 años con aplicación escalonada que aprobó el Gobierno Zapatero. También se ha anticipado la posibilidad de su congelación durante los dos próximos años.

Sobre las prestaciones por desempleo, se ha avanzado la idea de retirar cualquier prestación si se rechaza cualquier oferta de empleo, incluso por primera vez y fuera de la provincia de residencia, lo que sería más que una penalización al fraude un intento de buscar una vía de retirada masiva de prestaciones y de ahorro de gasto. Y de penalizar una vez más a los más débiles.

En los últimos días se ha intensificado la presión sobre los trabajadores del sector público. Se ha hablado de congelación, pero también de eliminar una de las dos pagas extraordinarias.

Lo curioso es que esta ofensiva ideológica conservadora, que llama reformas a lo que son simplemente recortes dirigidos a las clases medias y los sectores más débiles de la sociedad, que se argumentan en la no explicación y la repetición sistemática de que es lo único que se puede hacer, han coincidido en el tiempo con la presentación del paquete de medidas de austeridad presentadas por el Gobierno Socialista Francés que se ha concentrado en subidas de impuestos a los más ricos, a las empresas, a las rentas del capital, a las herencias, a las petroleras y a los bancos. Es decir, que sí se pueden hacer cosas distintas en Europa.

Lejos de ello, el Gobierno Rajoy afila las tijeras y hace más liviana en su aplicación una amnistía fiscal que ya era más que generosa para los evasores de capitales. Con escaso éxito por cierto.
Una opción ideológica ultra conservadora que no responde a ninguna lógica económica. Cobrar más impuestos al capital especulativo e improductivo sirve para movilizar recursos hacia el consumo, la inversión y la reducción del déficit público. Recortar empleo, salarios, pensiones o prestaciones por desempleo retirará aún más recursos del consumo y reducirá las bases impositivas de las capas medias trabajadoras, los parados y los jubilados, que son la gran mayoría que paga impuestos, reduciendo las posibilidades de recaudación y de reducción del déficit.

Pero la burricie coordinada de algunos tecnócratas europeos y el gobierno conservador de España, van a cargar los más de 30 mil millones de déficit que todavía quedan por reducir sobre las espaldas de las capas medias y los más débiles.  A Rajoy se le da la oportunidad de ser quién anuncie los recortes junto con el guión detallado de lo que tiene que anunciar.
¿Y con que posibilidad de éxito?. Con estos componentes en la receta ninguna. Y menos cuando hay un empeño en ocultar lo que se va a hacer y una actitud prepotente, que no quiere reconocer la responsabilidad de lo que hace, que se empeña en que los apuñalados sonrían y agradezcan la puñalada, que encima en Europa hace creer que se está recortando menos que lo recortado.

Me gustaría equivocarme, pero me temo que se nos avecinan unos años aún más duros que los pasados y todo porque "no se está haciendo lo que se tiene que hacer".



Andrés Gómez

NINGUNA FRIVOLIDAD CON EL EMPLEO

El Gobierno ha mantenido formalmente la prudencia en la valoración de los, aparentemente favorables, datos del paro registrado en junio. La propaganda se la ha dejado a algún portavoz del Partido y, sobre todo, al grupo de medios afines.
Pero el dato no es tan bueno, si analizamos las series de los últimos años, no se aprecia ningún efecto de la contrarreforma laboral, y, peor aún, sí hay datos de que en esta fase contribuye a destruir empleo y las perspectivas de futuro, dadas las medidas adoptadas y las que se adoptarán, son de todo menos halagüeñas.

Como he señalado en otras ocasiones, la obsesión por la noticia -que no es lo mismo que la información- lleva a magnificar, tanto para bien como para mal, el dato de un día, sin tener en consideración los de meses y años seguidos. A algunos de los que se les llena la boca de hablar de cambios estructurales, en realidad no hacen más que puro coyunturalismo.

Es cierto que el paro registrado en junio descendió en 99 mil personas sobre mayo y que las afiliaciones a la Seguridad Social crecieron el mismo mes en 31 mil. Pero no es menos cierto que si comparamos este dato con el de junio de 2011, el paro registrado ha crecido un 12%. Es más si comparamos el crecimiento interanual medio del último semestre de 2011 con el primero de 2012, veremos que entonces su crecimiento fue del 6% y ahora es de casi el 11%. De la misma forma la caída media de los cotizantes a la Seguridad Social se mantiene inalterada en el 2% en ambos semestres.
Para los datos de junio existen razones coyunturales y extraordinarias. Es el caso, para el paro registrado y los cotizantes, de un  crecimiento de la contratación del sector turístico, como consecuencia de la temporada, que se ha retrasado con relación a 2011, año en que se inició con más fuerza en mayo. Las dificultades económicas de muchas empresas y las incertidumbres sobre el comportamiento, este año, de la demanda nacional pueden haber influido en el aplazamiento de decisiones. Por lo que se refiere al número de cotizantes no hay que olvidar la finalización del plazo para dar de alta en el nuevo sistema a empleados de hogar, que aporta, de forma extraordinaria, algunos miles de afiliados al dato de este mes.

Pero tampoco hay que olvidar otros factores, que se verán con mayor nitidez en la evolución de la Encuesta de Población Activa a los largo de este año, y que también afectarán al número de los inscritos como desempleados. De un lado el retorno, aún lento pero creciente, de inmigrantes a sus países de origen. De otro la salida de jóvenes españoles de nuestro mercado de trabajo para buscarse la vida en otros países. En ambos casos la mayoría estaban inscritos como parados y dejan de estarlo.
Es obvio que un mes, y menos con los condicionantes expuestos para junio de 2012, no es índice de nada. Lo es más analizar las tendencias y los datos económicos para prevenirnos de lo que puede suceder en el futuro.

La economía española sigue teniendo una gran dimensión y todavía el mercado laboral se mueve en magnitudes del entorno de 17 millones de empleos. Pero al mismo tiempo las medidas de recorte del gasto público están reduciendo miles de empleos cada mes en este sector y las previsiones de nuevos recortes amenazan con acelerar esta tendencia. Al mismo tiempo, en el sector privado, la reducción de salarios está recortando el consumo, lo que está y seguirá afectando al empleo en la industria y los servicios. Los datos del Ministerio del ramo muestran además una aceleración de los procedimientos de regulación de empleo desde que entró en vigor la reforma laboral  que afectarán a miles de trabajadores más.

¿Qué razones hay por tanto para el optimismo?. Sólo un cambio de políticas que comience a impulsar el crecimiento y en el que se recupere la confianza en el futuro de la Unión Europea, puede cambiar la tendencia. Eso y que se impulsen al mismo tiempo políticas de reparto del empleo y la renta existentes.
Pero eso no aparece en la agenda de esta derecha que prefiere la propaganda de ideologías rancias, y creerse que, abaratando el despido y los costes de personal, la actividad vendrá por sí sola.

Mucho hablar de "la razón" para acabar cayendo en "otra fe religiosa", la de creer que el capital especulativo va a invertir sólo por eso. Con el empleo no valen frivolidades, porque detrás de cada desempleado hay historias personales, trágicas en su mayoría.



Andrés Gómez