SOBRE
LA REFORMA FINANCIERA DEL PP
Los problemas del sector
financiero tienen origen en la acumulación desmesurada de activos valorados muy
por encima de su valor real. En unos casos se trata de inversiones fraudulentas
o especulaciones mal resueltas y, en otros, de activos inmobiliarios, cebados
por la burbuja, con precios que poco tienen que ver con el mercado real.
Al estallar la crisis su
gravedad entrañaba en la confluencia en EE.UU. de ambos factores, mientras que en la zona
euro, en Alemania era el contagio de activos tóxicos con origen en EE.UU.,
igual que en Reino Unido, con operaciones tóxicas propias añadidas. En España,
el componente principal es la burbuja inmobiliaria, que ha dejado en activos de
Cajas y Bancos edificaciones o suelos con valoración en balances muy superior a
su valor real.
Detectado el problema, las
vías de solución estaban en un reconocimiento rápido y ajustado de la situación
y una inyección masiva de financiación –obviamente pública y financiada
mayoritariamente con emisión de nuevo dinero- o por un ajuste en el tiempo,
combinando ayudas públicas, reforzamiento del capital bancario con cargo a
recursos propios o ajenos y mejora de márgenes de beneficios a cargo de la
clientela.
Por la primera vía por
optaron Obama y Gordon Brown, que disponían de manera directa de la capacidad
de emisión de dinero, en tanto la segunda fue la de la UE, más por incapacidad
de gobierno común de la situación, que por decisión consciente.
Cualquiera de las dos
vías, para ser eficaces, requería reconocer lo más exactamente posible la
magnitud del problema, más y mejor regulación del sector para evitar nuevos
abusos, cambios radicales de gestión, ejemplaridad y control público, sin descartar
la propiedad.
Ninguna cumplió todos los
requisitos, dejando iniciativa y capacidad de reacción a los causantes del
problema que, de una u otra forma, quieren resolverlo a costa de la clientela y
el resto de los contribuyentes. La de la UE, además ha cebado nuevas
especulaciones de los mercados contra las deudas soberanas, los países más
débiles y el euro.
Ese es el contexto en que
analizar la reforma “Guindos”, porque para valorar la eficacia de las medidas
habría que conocer la magnitud de un problema en que no hay seguridad. Ese es el
primer inconveniente del sector financiero español, no muy distinto del resto
de la UE, y menos cuando se vapulean las deudas soberanas de países, como si
para cobrarlas lo mejor fuese asfixiar al que tiene que pagarlas.
El PP ha optado por la
continuidad, dando una vuelta de tuerca a las fusiones y ampliando la dotación
pública del FROB, tanto para seguir las orientaciones mayoritarias en la UE,
como porque la situación de las arcas públicas hacía impresentable una política
de ayudas más agresiva para los bancos, cuando se está promoviendo un recorte
brutal en gasto social y productivo y se aprueba una reforma laboral con el
objetivo de reducir drásticamente los salarios.
Así, los ejes de la
reforma parten de las siguientes premisas y propuestas:
- Valorar en 175 mil millones los activos problemáticos, 88 mil en suelo y 87 mil en edificación.
- A partir de ese dato valora en 50 mil millones la necesidad de saneamiento adicional de las entidades, una parte mayor para suelo que para edificación.
- La cobertura de la necesidad se resuelve mediante provisiones con cargo a los resultados de las entidades, con mayor requerimiento de capital adicional y mediante una nueva provisión para riesgos futuros.
- El incentivo y la potenciación de nuevos procesos de fusión.
- Encauzar las ayudas a públicas, mediante créditos, a través del FROB, para lo que se incrementa su dotación, en 6 mil millones con cargo Presupuestos del Estado.
- Limitar las retribuciones de administradores y ejecutivos de entidades que reciban ayudas excluyendo, en caso de fusiones, a los de las entidades que las hayan absorbido. Esta medida debería regularse para todo el sector, porque son un escándalo por sí mismas, pero también porque en el origen y evolución de la crisis está implicado en conjunto y de una u otra forma, estas lastran los resultados y las pagamos todos en última instancia.
La opción de extender el
ajuste en el tiempo, si no tiene resultados rápidos, dará nuevas bazas de
presión a los mercados, como la experiencia demuestra. En el caso español se añade
el elevado endeudamiento del sector, que se ha reducido muy ligeramente desde
que se inició la reforma en 2009, y condiciona el recurso creciente del sistema
a préstamos para liquidez del BCE –obtiene casi un tercio el total desde que se
puso en marcha este recurso.
O dicho de otra forma que el
argumento de “aumentar la fluidez de crédito a la empresas y las familias” no se lo creen, porque
el saneamiento del sector financiero español debe simultáneamente capitalizar
las entidades para reducir riesgo inmobiliario y responder de su endeudamiento
y reducirlo, lo que, con este modelo, hace imposible mejorar la dotación de
crédito a la economía a medio plazo.
La mayor parte de la
capitalización prevista se descarga en las cuentas y resultados de las
entidades o, lo que es lo mismo, en el
rendimiento que puedan sacar de la clientela, de las filiales en el extranjero
de los grandes bancos o de rendimientos adicionales de inversiones, incluida la
deuda pública.
Por eso el factor por el
que más se apuesta es por seguir fomentando las fusiones, porque se considera
que impulsarán nuevas reducciones de estructura –personal y oficinas- y
permitirán sacar más resultados y rendimiento de la clientela.
Eso no quiere decir que no
se utilicen recursos públicos, la mayoría del FROB lo son, los avales y
garantías del Estado en las nuevas emisiones también lo son. Lo que ocurre es
que se articulan como recursos aplazados, porque en caso de fallido de alguna
entidad, los préstamos del FROB no se devolverán, aunque se transformen en
capital público, y los avales o garantías podrán ejercerse contra el Estado
como avalista. Adicionalmente algunas entidades están incrementando sus
márgenes recibiendo dinero del BCE a tipos menores al 1% e invirtiendo en deuda
pública, con más de 2 puntos de beneficio.
La situación del sector
financiero español diverge, según las entidades, en cuanto a la magnitud y
naturaleza de los riesgos. Los dos grandes bancos privados, tienen menos riesgo
inmobiliario, pero también su rendimiento descansa en sus filiales del exterior
y depende de los avatares políticos de los países en que radican.
Algunas grandes entidades
que han mantenido estructura de cajas como Caixa o el grupo vasco, aparecen
saneadas; Bankia aparece con más dificultades, sobre todo, por la contaminación
de Bancaja.
Este análisis tiene importancia
para observar la próxima oleada de fusiones y valorar la eficacia de la reforma.
Porque, para absorber los grupos de cajas con mayores dificultades, los bancos
y cajas, a quienes sólo interesa ampliar su mercado de forma segura y obtener
rendimiento de nuevos clientes, van a exigir el mayor saneamiento posible y, en
ese caso, aunque los recursos del FROB se articulen como préstamos o capital,
el problema se aplazará al momento en que haya que realizar las amortizaciones,
por lo que es difícil que la operación, entonces, le salga gratis al Estado.
Tiempo al tiempo.
Finalmente el que la
reforma sea eficaz dependerá de lo ajustado que se haya hecho el cálculo de
activos sobrevalorados, de cuanto bajen los precios de los activos
inmobiliarios y de la cuantía en que se vendan; aspectos que, vista la
situación actual, levantan muchas dudas. No es descartable que, tras este paso,
venga el siguiente.
Está claro que los
mercados siguen presionando y lo harán todavía más porque, más allá de la
situación del sector público, lo que están buscando es una parte importante de
la tarta financiera de Europa y también de América Latina.
Porque los poderes
económicos son insaciables: les das la reforma laboral más dura, les das una
porción más de reforma financiera y al día siguiente bajan la bolsa, y más los
títulos bancarios. Pero algunos banqueros no aprenden y siguen echando la culpa
a los políticos.
Andrés
Gómez
20 de febrero de 2012