LO
QUE SE JUEGA EN EL CONGRESO DEL PARTIDO SOCIALISTA
De tanto hablar de
candidatos sería una catástrofe que se nos olvidase la política.
El PSOE ha sufrido su
mayor derrota electoral en democracia. Con la peculiaridad del Gobierno Vasco y
a la espera de lo que suceda en Andalucía, ha perdido los gobiernos de las
Comunidades en que gobernaba y la mayor parte del poder municipal en grandes
ciudades.
Detrás de esta derrota
está no sólo a crisis sino, sobre todo, las políticas que hemos hecho para
enfrentarnos a ella. La mayoría de los que han dejado de votarnos y muchos de
los que sí lo han hecho como contestación a la derecha y para evitar un
desastre mayor, no es que no hayan entendido que estamos en crisis, lo que no
han aceptado es que sus costes hayan recaído en los sectores trabajadores y
medios de la sociedad, mientras que sus principales responsables no han asumido
ningún coste y en muchos casos han salido beneficiados.
No han entendido que un
día se rechazasen estas políticas como inútiles para salir de la crisis y al
día siguiente se las justificase como las mejores para ello, y han constatado
como los esfuerzos realizados no han servido para mejorar la situación sino al
contrario.
Y detrás de estas
políticas está la fragilidad de una socialdemocracia que ha visto como se
debilitaban sus señas de identidad como consecuencia de la hegemonía de las
ideas conservadoras, y ha renunciado, durante años, a dar la batalla en este terreno, cuando no ha
justificado e integrado como nuevo socialismo lo que se acercaba al capitalismo
más viejo. Pero la crisis ha puesto en evidencia los fallos del capitalismo
occidental de las últimas décadas, lo que no impide que la ofensiva de los
mercados contra la política democrática se haya multiplicado.
Hay que volver a poner en
primer lugar la defensa de la democracia y de la igualdad –ambas amenazadas por
la dictadura de los mercados- y para ello hay que superar las fronteras
nacionales. Hace falta un nuevo reformismo fuerte en el seno de la Unión
Europea que regule los mercados financieros, establezca políticas económicas,
fiscales y monetarias comunes y coordinadas, que haga compatible la austeridad
y el control de los déficits con la defensa del Estado Social, el estimulo al
empleo y la inversión tecnológica y en proyectos estratégicos, que avance en la
construcción de una Unión más democrática que permita mayor transferencia de
soberanía desde los Estados. Un proyecto en línea con lo que ha planteado
recientemente el candidato socialista a las presidenciales francesas, François
Hollande.
Pero para avanzar en esta
dirección hay que recuperar la confianza de la base social de la izquierda,
empezando porque los partidos socialistas encabecen un discurso que permita
agrupar a la izquierda política y social.
Hay que impulsar un
Partido Socialista Europeo que, con una sola voz, sea el portavoz de un nuevo
programa reformista para el conjunto de la Unión, que atraiga a todas las
fuerzas progresistas y europeístas, a los sindicatos, al capital productivo.
El PSOE debe afrontar cambios
profundos en su organización para recuperar la credibilidad y el respaldo
social perdido, en un momento en que la pérdida de poder institucional ha
dinamitado una parte importante de sus viejas estructuras.
Debe acercarse de nuevo a
la sociedad, empujar a todos sus cuadros y dirigentes a un trabajo más pegado
al terreno, ser el Partido de la política como servicio público, ejemplar
frente a su uso en interés propio y a la corrupción, recuperar la militancia y
el trabajo voluntario al tiempo que fomentar la discusión y formación política,
reforzar la participación de los afiliados en los procesos de toma de decisión
internos, incluyendo la elección directa del Secretario General.
Debe abrir el partido a su
base social cercana, fomentando las nuevas afiliaciones y la programación de
actividades en que puedan participar simpatizantes, al tiempo que abrir
igualmente su participación en primarias para la candidatura a Presidente de
Gobierno, en línea con las primarias celebradas recientemente en el Partido
Socialista Francés.
Debe ser capaz, de manera
inteligente y respetando la autonomía de cada uno, de acercar al conjunto de la
izquierda política y social, sin cuya unidad será muy complicado vencer a una
derecha unida.
Se trata de abordar un
cambio de envergadura, que no se podrá hacer de la noche a la mañana, pero del
que el próximo Congreso debería dar señales claras: hemos aprendido y vamos a
corregir nuestra política y nuestro trabajo.
Por ello, siendo
importante, si Rubalcaba o Chacón encabezan el futuro PSOE no es lo más
importante. Lo será en la medida en que haya política detrás y de quien sea más
creíble para proyectar este cambio a los ciudadanos. No es una cuestión
generacional, es política y Rubalcaba en eso tiene el hándicap, no sólo de
haber encabezado la derrota, sino también de treinta años ininterrumpidos de participación
en el poder, que merman la credibilidad de un mensaje de cambio.
Ese es el reto y esa la
razón por la que la mayoría de los socialistas madrileños, preferimos escuchar
hablar de política, ver proyectos y ver equipos que deberán llevarlos a cabo.
Porque de eso también dependerá nuestra credibilidad en el futuro y donde nos
jugamos más que en un debate sólo entre nombres, que se interpretaría
exclusivamente como una batalla de poder interno.
Andrés Gómez
29 de enero de 2012