LO
BUENO Y LO MALO DE LA UNIÓN BANCARIA ACORDADA
Pasada casi una semana del
acuerdo para avanzar hacia la unión bancaria europea se puede analizar más
fríamente su contenido, fuera de una presión informativa en que, como la
noticia mata no pocas veces la información, no caben matices y las valoraciones
se mueven entre los extremos de bueno a malo sin paliativos.
Y sin embargo en lo
acordado, prevalecen los matices sobre la brocha gorda. Es obvio que entre que
no se produzca ningún avance y un modelo imperfecto, mejor lo segundo.
Pero lo acordado es muy
insuficiente, tanto porque, una vez más, prevalece el sector financiero sobre
la unión económica y fiscal y sobre los planes de estímulo, como porque las
entidades sujetas obligatoriamente a supervisión se adaptan -pret a porter- a
los intereses de un país.
Es de destacar que a los
pocos días del certificado de defunción del modelo de cajas de ahorro en España,
la norma se adapte para la protección de las cajas alemanas. Unos las hemos
matado y otros las siguen protegiendo, sin duda porque consideran que estas
entidades, que en Alemania representan el 60% de la actividad financiera, son
un elemento de equilibrio frente a una banca privada, difícilmente controlable.
Además se trata de entidades "públicas" regionales que muestran que
el estado federal descentralizado no necesariamente es el desastre que aquí nos
hemos empeñado en mostrar.
Pero el problema no es que
la norma se adapte a los intereses alemanes, sino la repercusión que esto tiene
para el conjunto de la Unión. Ya que, de
un lado, pone en evidencia que la soberanía de los ciudadanos alemanes es
"más soberana" que la de otros ciudadanos de la Unión Europea.
Al mismo tiempo, el empeño
por preservar a estas entidades de los mecanismos de supervisión da que pensar
sobre el porqué a unas entidades -las españolas- las hemos abierto en canal
hace tiempo y a otras no se podrá ni mirarlas. O lo que es lo mismo, que unas
por la potencia política y económica de sus países se les permitirá guardar la
basura bajo la alfombra, a la espera de ir barriéndola poco a poco, en tanto en
otras se ha convertido en basura hasta lo que no lo era.
La asimetría de estos
tratamientos es un síntoma de desigualdad preocupante para la construcción de
la Unión. La negativa a la transparencia de estas entidades también lo es.
Lo más ilustrativo es que
pone en evidencia la importancia de la política y el ejercicio del poder en la
actividad económica. Algo que pone en entredicho los paradigmas ultra
liberales, incluida la puesta en cuestión de todo lo público, singularmente los
de unos ultraconservadores españoles, que son capaces de poner a caldo en
España a los que defienden la necesidad de una banca pública, como equilibrio
del oligopolio financiero privado, y con el mismo entusiasmo defienden este
modelo de unión bancaria, que protege a las entidades financieras públicas en
Alemania. O no saben de lo que se trata o simplemente apoyan sin rechistar,
porque piensan que es lo que hay que hacer lo que dicen "los suyos"
políticamente sin pensarlo.
La unión es un avance
porque incluye supervisión y fondo de garantía comunes, pero es limitado,
porque no cubre a todo el sector y lento porque se aplaza a 2014.
El problema es que este
avance no será efectivo en términos de construcción europea, si no se avanza
simultáneamente en unión fiscal, en políticas económicas comunes, en deuda
soberana compartida. De lo contrario, es probable que los ahorradores esten
algo más protegidos, pero a costa de la gran mayoría de las familias que no pueden
ahorrar.
E incluso en el ahorro
habrá diferencias entre países, porque en unos se seguirán pagando tipos de
interés por su deudas soberanas superiores al 5% y en otros del 2. Y esa
diferencia de tres o más puntos, representan miles de millones de euros al año
que lastran las cuentas públicas y reducen prestaciones sociales que hunden aún
más en la pobreza a millones de personas.
Por eso valorar el avance
sí, pero ser conscientes de su fragilidad también. Porque si nos quedamos en
eso, la construcción europea no sólo no avanzará, sino que más tarde o temprano
retrocederá.